– ¡Más! ¡Más oro! ¡Más! ¡Quiero más orooo!!! Silver Primero se alarmó y asomándose muy preocupado del bolsillo que ahora estaba lleno de dinero intentaba calmar a ese tacaño Cartero:
– ¡Perdón! ¡Escuche! Yo siempre cumplo con mucho gusto los deseos de los que me tienen en sus manos. Y cumpliré encantado los de Usted pero créame, ¡no será capaz de llevar todo esta fortuna! ¿Por qué tiene tanta prisa? ¡Yo le regalare más adelante tambien tanto oro cuanto Usted quiera! ¡Todo el que desee! No me obligue hacerle daño cumpliendo sus antojos. ¡Es que debo cumplir todo lo que desee el que me tiene aunque yo no quiera! Pero el Cartero no quería oír nada sobre alguna demora en cumplirse todos sus deseos. Él estaba exigiendo:
– ¡Oh, no! ¡Yo lo quiero todo y ahora mismo! ¡Dame más oro! Muy pronto su bolsa ya estaba llena de monedas de oro y pesaba tanto que no se podía levantar. El peso era tan grande que el Cartero ha empezado a sentir que sus pies se hunden en el suelo cenagoso de aquel bosque. Sin embargo las relucientes monedas doradas tanto le cautivaban que él no pensaba en ningún peligro. ¡El Cartero seguía exigiendo más y más! Había ya un muro de monedas que rodeaba al Cartero, una verdadera montaña de dinero. A él ya no se le veía. ¡Ay!.. Ha ocurrido justo lo que debía ocurrir. El enorme tesoro inesperado ha hundido en la barrosa ciénaga. En el pico más alto de esa dorada montaña estaba Silver Primero, desesperado por salvar al Cartero. Pero todos sus intentos eran inútiles. El suelo pantanoso ha tragado el monte de la riqueza junto con el Cartero. Y Silver Primero de nuevo se ha quedado solito en este oscuro bosque. El estaba llorando y se secaba las lágrimas con su capa plateada. Muchos días y muchas noches ha pasado él después de eso en el oscuro bosque. Hasta que un día pasaba por allí un Estudiante que ha encontró a nuestra monedita.
– ¡Oh! ¡Vaya suerte! ¡Una moneda de plata es justo lo que le hace falta a un estudiante que tiene mucha hambre y que debido a la pobreza vuelve a pie a su pueblo natal! – ha exclamado el Estudiante muy animado. Él estudiaba medicina en la ciudad y ahora regresaba a su casa. Ha cogido la moneda, la ha mirado atentamente y ha dicho: