– ¡Ay, mi abuelo! ¡Mi querido abuelo! ¡Cuánto te he decepcionado! Y es tan peligroso preocuparse y ponerse nervioso en tu edad. – susurraba Astrelka a sí misma, muy asustada. – ¡Que feo que he engañado sin querer al Heladero! ¡Que difícil es todo aquí, en la Tierra! Muy pronto la ciudad entera sabía lo que había pasado. Toda la gente y todos los artistas del Circo se han reunido bajo la muralla de la prisión. Y toda la gente intentaba consolar al abuelo de Astrelka. Su desesperación no tenía fin:
– ¡Oh! ¡Cuánto lamento que he dado mi permiso para que ella visite la Tierra! Más aún porque le viene muy mal a mi violín estar tan lejos de las estrellas ¡Cada hora que va pasando el violín está perdiendo su poder mágico porque necesita la energía estelar! Se está convirtiendo en un simple violín, muy bueno pero muy sencillo… Efectivamente, la musica que salía ahora de sus cuerdas era una musica buena y muy bonita. Pero ya no era mágica y no cambiaba el alrededor de una manera maravillosa como antes.
– Y yo… yo me siento tan impotente, incapaz de ayudar a mi nieta. Pero tocare igualmente para que ella pueda oír la melodía de mi violín. ¡Para que no se sienta tan sola! Y todos a la vez, ciudadanos y artistas de circo, han empezado a cantar. Y Astrelka ha oído los sonidos de su canción preferida desde lejos: Si las estrellas están tristes, Muy tenebrosa es la noche y oscura… Si nos ponemos a cantar Las alegramos un poquito, La noche vuelve más clarita Y las estrellas brillaran. Puedes mirar y admirar ¡Como estrellas luz regalan! Y quien temía desviarse, Encontrará camino claro… Anochecía. Pronto se oscureció por completo y en el firmamento han aparecido las primeras estrellas. Se veían cada vez más y más luceros y el violinista estelar notó que el poderío vuelve a su violín y su arco ha vuelto a relumbrar como antes. Los rayos de las estrellas lejanas tocaban las cuerdas del instrumento como unos arcos mágicos y gracias a ellos el violín sonaba como una autentica orquesta. De repente un haz de chispas y relámpagos ha aparecido de sus cuerdas. Ante los ojos de todo el mundo esos relámpagos con unos tremendos truenos se han dirigido hacia la carcel y han chocado contra sus muros con una fuerza extraordinaria. ¡La pared de la prisión se ha movido y en una ha aparecido una grieta!
– ¡Mirad! ¡Astrelka está allí en esa ranura en la pared! ¡Es ella! ¡Ella! ¡Mirad, ella vuela! ¡La niña está volando aquí!!! – gritaban todos muy contentos. La estrellita ha visto a su abuelo y se ha dirigido hacia él. En estos momentos el muro de la prisión se ha movido de nuevo y ha vuelto a su sitio como si no hubiese pasado nada, ni relámpagos ni truenos…
– ¡Perdóname abuelo! ¡Otra vez has tenido que preocuparte por mí! – decía Astrelka llorando. – Ya te he dicho que aquí en la Tierra existen sus propias normas…
¡Hay que cumplirlas para que no pase nada malo! – ¡Abuelo! ¡Me siento tan culpable! Yo arrojaba las estrellitas de mi pandereta como oropel, como confeti en una fiesta simplemente para que todo alrededor brille y luzca. Y el pobre Heladero ha pensado que era plata de verdad, que podía servir de pago por sus helados… Debe estar muy enojado y ofendido, ¿verdad? – se apenaba Astrelka. Pero el Director del Circo que los ha visto ya e intentaba acercarse a través de la multitud de gente, la calmaba:
–¡No te preocupes, Astrelka! Has regalado muchísima felicidad a toda la gente de la ciudad y has traído éxito a mi Circo. Por eso yo he decidido comprar toda la plata estelar que tiene el heladero, fundirla y… ¡hacer faroles! Los pondremos en la entrada de Circo para que se enciendan cada noche por sí mismos, a la vez con las estrellas en el cielo. ¡En memoria de una maravillosa fiesta que tuvo comienzo en el Circo y después se convirtió en un gran obsequio para toda la ciudad! Astrelka se ha alegrado mucho:
– ¿De verdad? ¡Es maravilloso! Su abuelo también estaba muy contento de que todo lo malo ya había terminado, y ha dicho:
– ¡Sí! ¡Y ahora es de marcharnos! Y el Violinista de Estrellas ha empezado a tocar una melodía preciosa y un poco triste, como diciendo “adiós”… Astrelka y su abuelo se han despedido de la gente de la ciudad y se fueron volando cada vez más y más alto. Ellos se fueron… pero quedó la leyenda. Tambien quedan los faroles hechos de la plata estelar como el recuerdo de las aventuras de aquellos días. Están en la entrada del Circo y todas las noches hasta el amanecer esos magníficos faroles iluminan la ciudad. Y esa historia que parece un cuento de hadas hasta